Sucedió en 1212, tras la Cuarta Cruzada. La versión tradicional cuenta que un niño dice que ha sido visitado por Jesucristo, el cual le ordena
escribir de su puño y letra unas cartas que debe entregar al rey francés
en las que se afirma que éste debe dirigir una nueva cruzada para
recuperar Jerusalén. El niño entregó las cartas y se volvió a su pueblo, pero el rey se tomó a broma esas cartas.
El niño recibió una segunda visita de Jesucristo, que le
encomendó liderar él mismo una cruzada hecha por niños hacia la ciudad
de Jerusalén, la cual caerá en manos cristianas por la pureza y bondad
de sus almas. Le dijo también que no debía temer por el mar, ya que se
abriría como ya ocurrió con Moisés.
Al mismo tiempo, un niño alemán aseguró que también había sido mandado
por Jesucristo en la misma empresa y reunió a un número bastante menor de
niños alemanes. De 20.000 a 30.000 niños se les unieron y marcharon hacia Niza
(en el sur de Francia). En su camino, llegaron a ciudades y pueblos, y
arrasaron con la comida que encuentraron. Más de la mitad de los niños en su
camino hacia Niza desertaron y la otra mitad murieron de hambre.
Finalmente llegaron a Niza menos de 2000 niños y 200 adultos. Para que
se abriese el mar se pasaron dos semanas rezando desde que salía el sol hasta
que se ocultaba; sin embargo no ocurrió nada. Dos mercaderes les ofrecieron
siete barcos para cruzar el mar hasta Tierra Santa. Los niños subieron a
bordo de los barcos y zarparon. En Cerdeña se hundieron dos barcos. Los otros cinco llegaron a tierras de Alejandría (Egipto),
donde los 2000 niños fueron vendidos como esclavos por los dos mercaderes
que les habían prestado los barcos. Ese fue el fin de la Cruzada.